El vino tinto es fácilmente la variedad de vino más popular a nivel global, recibiendo su nombre justamente del color propio de la bebida lo cual no es pura casualidad ya que se obtiene de las uvas tintas, encargadas de dar su sabor y coloración. Por esto mismo cada vez que se desee poder preparar vino tinto se espera el momento de la vendimia para luego pasar a recoger los racimos de uvas, donde lo primero es poder deshacerse de las uvas todavía verdes ya que estas mismas brindarán un sabor no tan específico.

La uva para el vino tinto tiene que estar lo suficientemente madura para que otorgue a la bebida un color espléndido ya que es solo en este caso que los niveles de antocianos y taninos sean los indicados, siendo estos mismos respectivamente los necesarios para la tan ansiada pigmentación roja y que con el tiempo no se decolore.

Ya con la uva recogida se da paso a sistemas de fermentación, los cuales se muestran de diversos modos, siendo así que existen algunos casos en los que se deja al racimo entero para que esto suceda y en otros casos más bien se estruja a esta misma para que expulse su líquido y luego pase a guardarse para que fermente.

Es importante señalar que para la clasificación de los vinos tintos, debemos tener en cuenta el tiempo de envejecimiento de los vinos en la barrica y en la botella. De esta manera encontramos a los vinos jóvenes, los cuales no ha pasado ningún tiempo en la barrica; los vinos de crianza, los cuales han pasado entre seis y doce meses en la barrica y permanecen reposando en la botella hasta el tercer año tras su elaboración; los vinos de reserva, los cuales pasan mínimo un año en la barrica y reposo en la botella hasta transcurrido el cuarto año desde su elaboración; y los vinos de gran reserva, los cuales pasan al menos dos años en la barrica y tres en la botella, y puede comercializarse tras el sexto año.

Fuente: cultura10.com





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