Siempre me han gustado los castillos. De niña me encantaban las historias de caballeros y reyes y aunque hoy en día se que la vida de entonces no era nada color de rosa los castillos me siguen gustando mucho. Por eso, si hay un castillo cerca debo conocerlo. Y en verdad Europa está plagado de castillos de todo tipo y tamaño. Uno de los más “castillos de cuentos de hadas” que he visto en mi vida es el Castillo Neuschwanstein. Esta fortaleza está en Bavaria, Alemania y más que un castillo es un palacio. No es de construcción medieval pero sí se construyó pensando en las fortalezas medievales y es bastante famoso porque su construcción la ordenó el rey Ludwig II de Bavaria como refugio y hogar personal.

El castillo está a 800 metros de altitud, rodeado de bosques alpinos, cerca de la frontera con Austria, en un paisaje ondulado por colinas. En la Edad Media había por aquí tres castillos pero a comienzos del siglo XIX el padre de Ludwig II compró uno de estos castillos que estaba en ruinas y lo reemplazó por un palacio neogótico, el Hohenschwangau, la residencia de verano de la familia. Los otros dos castillos ya estaban en ruinas también. Cuando el joven llegó al trono se propuso construir su propio palacio sobre esas ruinas en las que jugaba de niño y como le gustaban mucho las óperas de Wagner se inspiró en ellas a la hora del diseño. Claro, se guió por una visión “romántica” de la Edad Media, la propia de los cuentos de hadas y de la mitología de las óperas de Richard Wagner.

 

 

Las obras comenzaron en 1868 cuando se limpió el terreno de las ruinas de los otros dos castillos. Para 1873 ya estaba completo y amoblado y para 1884 el rey pudo mudarse mientras algunas obras continuaban. Es de ladrillos y rocas, piedra caliza blanca, los materiales se trasladaron muchas veces con la ayuda de una grúa que funcionaba a vapor y durante por lo menos 20 años el palacio-castillo fue el principal empleador de la región entre obreros y artesanos. Tiene torres, esculturas, balcones, almenas, ventanas y patios. Si las obras se hubieran completado al 100% habría 200 habitaciones pero hoy no hay tantas y el numero apenas llega a 15 pero todas son preciosas. Entre los detalles mas modernos se cuenta un sistema eléctrico de campanillas para llamar a la servidumbre y si bien muchos cuartos no están terminados el Salón del Trono y el Salón de Baile quitan el aliento. El primero mide 20 por 12 metros y tiene un ancho de 13 metros. Hay murales, piso de mosaico y un candelabro fabuloso.

Información extra: no se permite tomar fotos ni filmar. Abre todos los días y la entrada cuesta 12 euros.

Fuente: ViajesconDestino.com





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