El dilema del prisionero es un problema desarrollado por los matemáticos Merrill Flood y Melvin Dresher que lleva ayudando desde hace más de 60 años en la toma de decisiones en condiciones de cooperación o confrontación. A grandes rasgos, la referida cuestión tiene como protagonistas a dos sospechosos de un grave delito, frente a un mismo trato.

En el supuesto de que los dos se culpen entre sí de un posible crimen, los dos detenidos serían condenados a seis años de cárcel. En el caso de que sólo uno delatara y el otro guardara silencio, el primero sería liberado al instante y el segundo penaría diez años entre rejas. Y la última opción es que ninguno acusara al prójimo, circunstancia en la que dos compartirían seis meses de condena.

Este célebre enigma de la Teoría de los Juegos viene a demostrar que la colaboración entre partes en conflicto resulta comparativamente favorable para los implicados, pese a que todos pierden. Salvando las distancias, la misma metáfora podría aplicarse sobre las recientes actuaciones de Telefónica y Vodafone respecto al fin de la subvención de los teléfonos móviles, ya sea para los nuevos abonados o para toda su clientela.

Antes de que Telefónica diera el primer paso el pasado 1 de marzo y suspendiera unilateralmente el subsidio de los terminales, Vodafone y Orange compartían idéntica opinión. Todos pensaban que el modelo de subvención de móviles aplicado desde hace casi 20 años no resulta sostenible en los tiempos que corren. Incluso Vodafone ya lanzó mensajes inequívocos en esa dirección el pasado febrero, al dilatar el periodo de permanencia de 18 a 24 meses, plazo que podría alcanzar los 36 meses en el supuesto de que se solaparan varios compromisos.

Lo cierto es que Telefónica y Vodafone asumirán la sangría de clientes que sufrirán en los próximos meses y lamerán sus heridas pensando que gran parte de los tránsfugas son clientes infieles, de escaso valor y gasto mensual.

Se acabó el ‘todos contra todos’

Existen muchos argumentos para laminar la gratuidad de los móviles, pese a que ese tipo de incentivos garantizaba la fidelidad de los clientes durante el periodo de permanencia del contrato de adquisición del terminal. También es cierto que los costes de los ‘smartphones’ resultan muy elevados (y ahora todos los clientes demandan teléfonos inteligentes). Y también que los ingresos obtenidos por las tarifas de datos ya no compensan el coste de adquisición de los abonados.

Por unas cosas u otras, las cuentas no salen en Movistar y Vodafone, compañías que han apostado por concentrar la mayor parte de sus esfuerzos comerciales en retener y satisfacer a su clientela más que en conquistar a los usuarios de otras compañías. Los dos principales operadores ya han movido ficha y falta Orange por retratarse. Hasta que eso ocurra, el comportamiento ‘insolidario’ del tercero en discordia sale beneficiado por el referido ‘Dilema del prisionero’.

Lo que falta por conocer es cuánto tiempo disfrutará Orange de la jugada de sus rivales. Es público que Jean-Marc Vignolles, consejero delegado de la filial española de France Télécom, consideró un suicidio para los operadores la práctica de la subvención de terminales, ya que requería de recursos que serían muy valiosos para mejorar la rentabilidad de las compañías y, por lo tanto, favorecería la inversión en redes de nueva generación.

Orange y los OMV, en la cresta de la ola

Las cifras de portabilidad de los próximos meses multiplicarán las pérdidas de los dos operadores que han acabado con las subvenciones de teléfonos. Unos clientes acudirán al reclamo de la única compañía que siguen subsidiando móviles para captar nuevos clientes (como Orange) y otros muchos, libres de compromisos de permanencia, acudirán a probar los servicios de los operadores de bajo coste, especialmente los virtuales (OMV).

Por ese motivo, los operadores móviles virtuales -que no subvencionan terminales y ofrecen tarifas muy agresivas- tienen motivos para frotarse las manos. Entre las firmas virtuales se encuentra MasMóvil. Su consejero delegado, Maini Spenger, valoró esta semana en su blog el fin de las subvenciones como una “buena noticia”. Según el directivo, “las operadoras vamos a tener que esforzarnos en tratar mejor a nuestros clientes, en ofrecer servicios diferenciales y en lanzar tarifas más atractivas”. Spenger también celebra la iniciativa de los ‘mayores’, puesto que “los clientes podrán centrarse en la elección de la tarifa más económica y adecuada a su consumo”, de forma que los usuarios ahorrarán dinero y “podrán acceder libremente al terminal que necesitan”, apunta.

Los fabricantes de terminales también lamentarán en su cuenta de resultados los efectos colaterales del cierre del grifo de sus dos principales clientes. Nada más conocer la estrategia de Telefónica, todas las marcas tuvieron que romper los planes de negocio de este año para balancear su catálogo, ahora con mayor carga entre los terminales de gama media, en detrimento del segmento de alta gama y precio. Al menos, a partir de ahora, la competencia entre los fabricantes de móviles será más justa y equilibrada.

Por otra parte, la decisión más o menos coincidente de Telefónica y Vodafone en cuanto al fin de los subsidios de los móviles -con unas políticas adoptadas con apenas un mes de diferencia entre ambos-, puede ser motivo de estudio por parte de las autoridades de competencia. La sombra de la concertación planea sobre las dos compañías. Así lo han puesto de manifiesto diversas organizaciones de consumidores que plantean la posibilidad de que las medidas de los dos principales operadores “respondan a un pacto entre las grandes con efectos perjudiciales para los consumidores”.

Así, dichas entidades esgrimen que la Comisión Nacional de la Competencia (antes de su integración en la futura CNMC) “debería evaluar si existe ese acuerdo y determinar si ha habido algún tipo de ilegalidad en la práctica”. Como es conocido, en situaciones coincidentes similares, los operadores suelen aducir que “sólo siguen al líder”.

 

Fuente: elEconomista.es





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