Twitter o Facebook no lo son todo en cuestion de redes sociales

Ante la pregunta ¿Y tú a qué te dedicas? Yo soy predicadora de la web 2.0 o, lo que sería lo mismo, Netpredicadora. ¿Y eso qué es?

Al responder no importa que presentes apabullantes datos estadísticos sobre el uso de redes sociales por parte de potenciales consumidores de nuestros productos; o cuantas infografías con cifras reales que demuestren el incremento de usuarios e interacciones en este tipo de plataformas. Cuando explicas el elemento diferenciador, el valor añadido y el complemento que supone la presencia de las empresas en la Web 2.0 casi siempre hay dos mismas respuestas: el miedo o la supina ignorancia, esa que nos hace sabios para renunciar lo desconocido.

Ante lo desconocido: quizás aún no seamos todos, quizás los nativos digitales todavía no sean consumidores de facto, quizás los emigrantes digitales somos solo unos millones en el mundo pero… ¿No es demasiado lujo rechazar a millones de usuarios? ¿no es demasiado osado rechazar a una generación que ya se asoma o se asomará más a la ventana del mundo de la red que a la puerta de un establecimiento? ¿No es mejor subirse al carro a tiempo?

Y el miedo… Parece que entrar en los medios sociales es solamente una exposición a la crítica. ¿No es eso en realidad miedo a nosotros mismos? ¿Tan mal lo estamos haciendo en el offline para no dar el paso?

Entonces, señoras y señores empresarios, pensemos primero en identificar los riesgos y, después, en poner en marcha un proceso de mejora continua, porque si acercarnos a nuestro potencial cliente nos da miedo, mal vamos.

Pero los netpredicadores es lo que tenemos, que ante la dificultad de este sagrado ministerio tenemos argumentos de peso no para intentar convencer, sino para hacer razonar.

Hay algo que siempre se debe evitar -no solo en proyectos o prácticas empresariales, sino en la vida en general- que son los estereotipos. Hay uno en este mundo 2.0 que se está consolidando: Entrar en redes sociales es entrar en Twitter y Facebook. Pues no. Me alegra comunicarles que el pajarito y el caralibro son solo una parte del universo 2.0, quizás sean los instrumentos de mayor uso, pero no por ello son los más útiles, ni más necesarios para todos los casos.

En este universo on line encontramos otra dificultad -no menor y que también necesita de celestial ayuda y favor- hacer comprender al mundo de la empresa la importancia de fijar una estrategia en la red bien definida y enfocada a cada caso en particular.

Los vendedores del dos punto cerismo también vivimos en sociedad, también sabemos (antes que nadie por Twitter) de los estragos que la crisis actual afecta a las empresas y entendemos que no todas pueden permitirse subcontratar una agencia para que le lleve las acciones en medios sociales. Teruel existe y la autogestión, también.

¿Quién no ha oído eso de el contenido es el rey o los mercados son conversaciones? Son verdades como puños, pero ¿cómo gestionar esos contenidos, cómo estimular esas conversaciones? Y un paso más y el más importante, ¿cómo conocer las experiencias de usuario en las diferentes plataformas y que esas experiencias se conviertan en ventas?

La autogestión es posible siempre y cuando haya una formación sólida que se anticipe a cualquier acción porque las empresas y la Web 2.0 tienen puntos de unión, convivencia e interacción más allá de las conversaciones. El entorno digital para las empresas es el espacio de las relaciones, la visibilidad, el posicionamiento, en definitiva y por lógica de la coexistencia coherente y razonable, con su presencia offline.

Hasta aquí la tarea del netpredicador que instruye el comienzo, dirige el desarrollo y completa la conclusión. A partir de ahora… Alea jacta est.

Ana Santos, fundadora de Eventosfera.

Fuente: eleconomista.es





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