Nacido en Salamanca, 29-12-1850, muerto en Madrid, 2-12-1923.1 Compositor español. Huérfano desde los dos años, aprendió violín en Salamanca y desde los 12 años se ganaba la vida en orquestas de café. Se trasladó a Madrid, continuando los estudios de violín en el Conservatorio y tocando en circos y zarzuelas. Ayudó a Barbieri en la Sociedad de Conciertos y se inició como director. Entretanto, estudiaba la composición con Arrieta en el Conservatorio de Madrid, obteniendo un primer premio en 1872. Becado por la Academia de Bellas Artes de San Fernando y por Alfonso XII a través del conde Morphy, viajó a Roma, Viena y París. Al volver a Madrid en 1876 fundó la orquesta de conciertos de la Unión Artístico Musical. En 1891, gracias a la influencia de Albéniz, se presentó como director en Londres con obras propias y de otros españoles, obteniendo un gran éxito. Fue profesor y director del Conservatorio de Madrid y director de la Sociedad de Conciertos, académico de Bellas Artes de San Fernando, y en los primeros años de la Orquesta Sinfónica de Madrid la dirigió con frecuencia. Su gran lucha fue la consecución de una ópera nacional española sin conseguir en este terreno grandes triunfos, pese al éxito duradero de La Dolores. Su gran obra es una zarzuela, La verbena de la Paloma, pese a no haberse dedicado sino esporádicamente a este género, que ha quedado en la cumbre de la especialidad. Como compositor sinfónico pertenece al nacionalismo incipiente. El caso Bretón ilustra muy claramente la situación de la música española de su época. Preocupado por la ópera nacional, vio sus óperas rechazadas por el Teatro Real y en la única que consiguió estrenar allí, Los amantes de Teruel, tuvo que traducir el texto al italiano para que fuera aceptada. Pese a ello, La Dolores obtuvo un clamoroso éxito internacional (en Barcelona, 123 representaciones) y figura entre lo mejor de la ópera española siendo con La vida breve de Fallala más representada en el mundo de todo el repertorio español. En el terreno de la zarzuela, el acierto de La verbena de la Paloma no ha sido superado por nadie. También pretendió imponer la música sinfónica en un momento en que el sinfonismo español era inexistente prácticamente. Ayudó a Barbie¡i en sus esfuerzos en ese sentido y él mismo creó varias iniciativas sinfónicas. Su producción en este terreno no pasa de un nacionalismo pintoresquista que no llega a la tatuar de Albéniz pero en algunas obras, como el Concierto para violín y orquesta, se acerca al sinfonismo europeo de su época y merecerían ser revisadas. En su música de cámara destaca la calidad del Cuarteto de cuerda n.” 3, que debería ser de obligado repertorio, al menos, en España.





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