Ceremonia en cementerio de Halifax conmemorando los cien años del hundimiento del Titanic

Una sencilla ceremonia en el cementerio de Fairview Lawn de Halifax, donde están enterradas 121 víctimas del Titanic, ha puesto punto final hoy a las ceremonias con las que Canadá ha marcado el centenario del desastre marítimo.

Varios centenares de personas han acudido al cementerio Fairview Lawn de Halifax para rendir tributo a las víctimas del naufragio, incluidos 121 niños, estudiantes y cadetes de la Marina y Fuerza Aérea canadiense que han depositado rosas en las tumbas de las víctimas del naufragio.

En la ceremonia, a la que ha asistido el ministro de Defensa de Canadá, Peter MacKay, en representación del Gobierno canadiense, se ha rendido un emotivo homenaje a los tripulantes de los barcos canadienses que tuvieron la difícil tarea de recuperar en alta mar los cadáveres de los fallecidos.

“El hundimiento del Titanic rompió los corazones de muchas personas pero quizás ninguna otra provincia canadiense resultó más afectada que Nueva Escocia”, dijo MacKay.

“Ya fuese enterrada en el mar, en uno de los tres cementerios de Halifax o devuelta a su lugar de origen, cada víctima del Titanic fue tratada con respeto por los marineros canadienses que ejecutaron una misión lúgubre”, añadió el ministro canadiense.

El cementerio de Halifax es bien conocido por todos los historiadores y aficionados a la tragedia del Titanic por ser el camposanto del mundo en el que más víctimas del naufragio están enterradas.

Otra treintena de víctimas recuperadas del océano Atlántico hace exactamente 100 años están depositadas en otros dos cementerios de la ciudad.

A partir del 17 de abril de 1912, dos días después del hundimiento, White Star Line, la empresa propietaria del Titanic, envío desde Halifax cuatro barcos canadienses para recuperar los cuerpos de las víctimas.

En total, los cuatro navíos localizaron 328 cuerpos, la mayoría por el barco Mackay-Bennett, el primero en llegar al lugar del naufragio, de los que 119 fueron depositados en el mar. El resto fueron transportados hasta Halifax. Alrededor de 150 nunca fueron reclamados por las familias y reposan en la ciudad.

Los tripulantes del Mackay-Bennett fueron los que recuperaron el cuerpo de Sidney Leslie Goodwin, un niño de 19 meses de edad, que durante años, hasta 2007, yació en Fairvew Lawn sin identificar.

Su tumba, que fue pagada por los tripulantes del Mackay-Bennett quien le llamaron “nuestro bebé”, es sin duda la más visitada y la que más emociones despierta.

Un sentimiento que aumenta tras visitar el Museo Marítimo de Halifax, donde existe una exposición permanente en la que se muestran los objetos, en su mayoría de madera, recuperados flotando en el lugar del naufragio por las tripulaciones de los buques de rescate.

Entre los objetos expuestos hay un par de botas de cuero que se cree que pertenecieron a Sidney, además de una foto del pequeño realizada poco antes de que, junto con su familia, emprendiese el viaje hacia Norteamérica desde el puerto inglés de Southampton.

En el museo también se encuentra una copia del informe realizado por el Congreso estadounidense en 1912 sobre el hundimiento del Titanic y que contiene el listado de los pasajeros del transatlántico así como la suerte que corrieron.

Entre los pasajeros de primera clase se puede leer el nombre del matrimonio español formado por el acaudalado Víctor Peñasco y su esposa (María Josefa Pérez de Soto) que viajaban junto con su “sirvienta” (Fermina).

El joven español pereció, al parecer, cuando cedió su puesto en el bote salvavidas que ya ocupaban su esposa y la sirvienta, a una mujer con un niño en sus brazos.

Gestos como el del joven Peñasco, o el de los componentes de la orquesta que tocaron en una de las cubiertas del barco mientras este se hundía para tranquilizar a los desafortunados que se quedaron fuera de los escasos botes salvavidas, fueron los que más se recordaron hoy en la ceremonia de Fairview Lawn

Fuente: eldiariomontanes.es





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