Si Holanda los tulipanes, la ciudad japonesa de Zama, situada en el centro de la prefectura de Kanagawa, posee extensiones inabarcables de campos de girasoles. Y es en verano cuando este lugar se inunda con una explosión de colores, cuando las flores se abren: es el festival anual del girasol o de Matsuri Himawari.

Desde finales de julio y hasta mediados de agosto más de medio millón de girasoles florecen en diversos lugares de Zama y sus alrededores. Durante estos días los visitantes pueden disfrutar de música y entretenimiento, buena comida y la posibilidad de comprar productos frescos y genuinos de esta parte del país.

Resulta asombrosa la cantidad de productos y objetos elaborados con el girasol que se venden en Zama: aceites, semillas (las “pipas” que tanto nos gustan a los españoles), pasta de girasol y un sinfín de objetos decorativos. Pero el bien más preciado por los turistas nipones que acuden a Zama son las imágenes de los campos en flor. Para ello se encuentran plataformas elevadas de observación siempre llenas de visitantes. También son muchos los fotógrafos que acuden cada verano en busca de las instantáneas más espectaculares.

La importancia del girasol en Japón es mayúscula, especialmente porque poseen la peculiar capacidad de extraer las sustancias tóxicas del suelo, tales como el plomo, el arsénico y el uranio, y procesarlas. Después del desastre nuclear de Fukushima del año pasado, miles de voluntarios se lanzaron a la ardua tarea de plantar girasoles cerca de la zona afectada para descontaminar el suelo radiactivo.

Fuente: ViajarAsia.com





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