¡Ah, no! ¡Eso es imposible! ¡Que es americano y paga sus impuestos religiosamente! Bueno, claro, los que genera en USA, el resto…. ¡a la buchaca! Pero ése es otro tema.

El pasado jueves nos acostamos con la terrible noticia del cierre de Megaupload, uno de los sites más populares de intercambio de archivos, y con la detención de sus principales responsables. El FBI les acusa de conspiración para cometer un crimen y violación de la propiedad intelectual, por lo que a Kim «Dotcom», famoso hacker y el principal acusado, le podría caer una condena de 50 años de cárcel. La operación ha implicado el cierre instantáneo de las páginas web Megaupload ―intercambio de archivos― y Megavideo ―visualización de vídeos en Internet―, así como de Megapix, Megalive y Megabox.

Con una plantilla cercana a los 30 empleados y más de 1.000 servidores repartidos por medio mundo, resulta normal pensar que algún tipo de ingreso debía generar, básicamente con la publicidad y las cuentas Premium ―una forma de suscripción que permitía a los usuarios poder descargar sus contenidos o visualizar sus videos sin interrupciones o de una forma más rápida―. Estos ingresos se cuantifican en unos 175 millones de dólares.

No me parece lícito el cierre de un espacio en Internet por una policía local con aires de grandeza. El FBI no puede decidir que la actividad que se está realizando en ese site es ilegal. Ningún país, y ninguna institución mundial, le han dado legitimidad para ser la policía planetaria. Nadie toleraría que la policía de otro país nos tutelara mundialmente.

El mismo argumento del FBI para cerrar Megaupload serviría para cerrar hoy YouTube. Pero, como ya he dicho antes, no se trata igual a los foráneos que a los extranjeros. Aún así, el daño que está causando YouTube a la industria musical o del cine es atroz. Puede que sea de forma indirecta, pero estamos en el mismo caso de Megaupload.

El Congreso de los Estados Unidos aprobó en 2010 unas excepciones en su ley de los derechos de autor que beneficiaba directamente a YouTube. En este sentido, permitía subir al portal de vídeos de Google una porción de un DVD sin cometer ningún delito. Incluso es totalmente legal la subida de contenidos audiovisuales de DVD con DRM para documentales, cortos de cine o vídeos formativos, entre otros.

Ante esta grave injusticia, la primera reacción, totalmente errónea, ha sido la de un ataque perfectamente coordinado por diferentes activistas, como Anonymous, que tras conocerse el bloqueo de las páginas web de intercambio y visualización de archivos de la red Megaupload, y que habían acusado de varios delitos a sus administradores, en poco más de una hora se han dedicado a colapsar las webs de instituciones públicas y privadas tales como la compañía discográfica Universal y la Warner Music.

No es una respuesta justificable, ni mucho menos aplaudible. Lo único que muchos pedimos es que, en un mundo cada día más global, se hace necesaria una justicia global, y no un pistolero pegando tiros a quien no le rinda pleitesía.

Fuente: eleconomista.es





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