Entrevista a Scarlett Johansson la estrella más polifacética de su generación. Y también la más compleja.

Son los 27 años mejor aprovechados de Hollywood: actriz indie y protagonista de taquillazos, sex symbol y aspirante a directora. La imagen de la nueva línea de maquillaje de Dolce&Gabbana es la estrella más polifacética de su generación. Y también la más compleja.

“Es muy difícil ser ingenioso alrededor de una mujer tan sexualmente abrumadora, joven y bella”, y que, encima, es mucho más aguda que tú. Cada vez que digo algo gracioso, ella lo supera. Ella es la actriz Scarlett Johansson y el del complejo de inferioridad, Woody Allen. Así ha descrito el genio a su última musa. La belleza y la sensualidad, como al soldado el valor, se le suponen a Scarlett. Con ella lo fascinante es intentar adivinar lo que bulle en un cerebro tan complejo y obsesivo como poco convencional para una mujer tan joven. Es la niña que con 11 años escuchaba a Tom Waits, la adolescente que prefirió convertirse en estrella indie antes que en ídolo de masas púberes y la mujer que está deseando hacerse mayor, porque dice que tiene más en común con su abuela de 86 años que con su hermana treintañera.

Es actriz, modelo ocasional y cantante experimental. Hizo campaña por Obama, porque le apasiona la política, y debutará detrás de las cámaras con una adaptación de una novela de Truman Capote. Y quizá, porque tiene más de intelectual que de estrella de cine al uso, le molestan las preguntas obvias, las constantes referencias a sus curvas, sus labios carnosos o sus sensuales andares. Y contesta al cliché con cierto desdén y quitándole importancia. “No sé lo que significa ser una sex symbol y no sé quién ha votado para que yo lo sea. Jamás pienso en estas cosas. Me resulta muy extraño”, explica en una entrevista concedida en exclusiva a Mujer Hoy.

Sexy y lista

Pero su look no dice lo mismo de ella. Johansson sabe sacarle partido a su sensualidad y conoce sus armas. “En la alfombra roja me gusta explotar mi lado más femenino, pero, en el día a día, soy una chica en vaqueros y camiseta”, confiesa. Imagen de la nueva línea de maquillaje de Dolce&Gabbana, no siempre supo cómo sacarle partido a sus facciones. “Cometí el mismo crimen que todo el mundo en los 90: pintalabios marrón con perfilador del mismo color. ¡Jamás volveré a pintarme así!”, explica entre divertida y horroriza por el recuerdo. La hemeroteca atestigua el desliz, pero ahora su look es mucho más sofisticado y algo transgresor. Igual que ella. “Me gustan los pantalones de cintura alta inspirados en los años 40 con una chaqueta y una blusa. Me encanta ese estilo andrógino tan chic”, dice. Nada, ni en su look ni en su carrera, es fruto de la improvisación. Confiesa que tiene un carácter obsesivo y que quizá ese sea el secreto de su éxito. Así ha construido una imagen de mujer sensual y bella, pero, sobre todo, inteligente, ambiciosa y segura de sí misma.

Las cosas claras

Tiene a quien parecerse. “Mi madre me enseñó a aceptar mi feminidad, usar maquillaje, llevar vestidos y ser una mujer segura. Ella siempre ha sido muy fuerte y guapa, y nos lo ha inculcado a mi hermana y a mí”, explica. Su madre, Melanie, es también su mánager y la persona que le ha ayudado a transitar por el complicado negocio del cine. Cuando Scarlett tenía siete años y empezó a hacer castings, pronto descubrió que sonreír para vender algo no era lo suyo. Juntas decidieron que tenían que apostar por el teatro y el cine, mientras Scarlett estudiaba interpretación y vivía con sus padres y sus cuatro hermanos (incluido su mellizo, Hunter) en Nueva York. Un año después, la actriz debutaba en teatro junto al joven actor Ethan Hawke. Hollywood no tardó demasiado en llamar a su puerta. Tenía entonces 12 años. “Cuando llegué al rodaje de mi primera película, sabía exactamente lo que tenía que hacer. Era instintivo”, ha dicho. Ese don natural llamó la atención del director y actor Robert Redford, que la presentó al gran público en ‘El hombre que susurraba a los caballos’. Johansson sabía ponerse en la piel de la mujer madura encerrada en el cuerpo de una adolescente, porque ella misma era así.

Esa intensidad era justo lo que Sofia Coppola estaba buscando para su película ‘Lost in Translation’. Scarlett sedujo a Bill Murray, su compañero de correrías por Tokio, sin despeinarse. Y cuando Kate Winslet plantó a Woody Allen, el genio y la musa se encontraron. Fue un flechazo y rodaron tres películas en tres años: ‘Match Point’, ‘Scoop’ y ‘Vicky Cristina Barcelona’. Luego, decidieron darse un respiro. No querían pecar de previsibles, ha comentado Allen. Pero la actriz confía en que el cineasta “escriba mi Ciudadano Kane”. “Somos muy amigos, nos reímos y vemos las cosas de la misma manera”, dice la actriz. Comparten obsesiones, neuras e hipocondría. “La única razón por la que Woody y yo somos amigos es porque le he diagnosticado todo tipo de papilomas y dolencias… Woody le ha pedido a su médico que le recete cosas que yo misma le he prescrito”, asegura la actriz.

Pero en Hollywood nadie vive sólo del cine independiente. Ni si quiera ella. Aunque reconoce que antes era más exquisita escogiendo sus guiones y ya no le hace ascos al cine de palomitas. Por eso, luchó por hacerse con el papel de la Viuda Negra en ‘Iron Man 2’ y ahora vuelve en ‘Los vengadores’, (ya en cartelera).

Polifacética

Pero su ambición transciende a la gran pantalla. Ha grabado dos discos (uno versionando a Tom Waits y otro, junto a Pete Yorn) y en 2010 se subió a las tablas de Broadway para llevarse el aplauso por su papel en ‘Panorama desde el puente’, de Arthur Miller. Por este trabajo recibió un premio Tony. Pero la experiencia teatral, la dejó vacía, sin rumbo. Y la víctima de su primera crisis vital fue su matrimonio. Johansson conoció a Ryan Reynolds en 2007 y se casó pocos meses después. Sin embargo, en diciembre de 2010 solicitaron el divorcio. La actriz ha confesado que fue devastador, que se sintió sola y que lo superó gracias a sus amigas y a las duras sesiones en el gimnasio. El clavo que sacó al otro clavo fue Sean Penn. Pero la relación no llegó a mayores.

Mi vida es mía

A Johansson le enerva que se hable de su vida privada. “Soy una actriz a sueldo. Jamás firmé para ser famosa. Solo quería hacer películas y la fama vino con el trabajo. Es una falta de respeto cuando alguien trata de invadir tu vida privada”, explica. No lo dice, pero se refiere a las fotos privadas en las que aparecía desnuda y que un hacker robó de su móvil para colgarlas en internet. Hasta en esas circunstancias, Johansson actuó con rapidez y reclamó el copyright de las imágenes para emprender acciones legales contra todo aquel que las publicara sin su autorización. No es ninguna ingenua. Sabe que el negocio requiere pagar ciertos peajes.

No hay ni un tachón en su biografía. ¿Cómo? “Sé encajar las críticas porque tengo una confianza saludable que me lo permite”, dice. El escrutinio sobre su voluptuoso físico es la otra penitencia. Siempre ha defendido sus curvas, pero reconoce que “este negocio es muy duro. Me alarma lo increíblemente delgadas que están muchas celebrities”. No es el único reproche. “Lo peor de Hollywood es que puede ser muy sexista. Si una mujer es fuerte, es un problema. Si es un hombre, un elogio”. Pero, ¿dónde se ve dentro de 10 años? “Me encantaría hacer un musical. Empecé a actuar porque quería ser como Judy Garland”, confiesa. También quiere dirigir y ha escogido para hacerlo la primera novela de Truman Capote, ‘Crucero de verano’. Pero, ¿qué hay de su vida personal? “Me gustaría vivir en París, es una ciudad preciosa”. Scarlett evita hablar de su vida privada. Ahora, tiene un nuevo novio, un ejecutivo llamado Nate Naylor, y dice que está contenta, que no es poco.

Las 100 caras de Scarlett

Su cabello. Un cambio de imagen es una de sus mejores armas para centrar la atención en un estreno. Rubia, morena o pelirroja, siempre está guapa.
La figura. Un cuerpo envidiado por ellas y deseado por ellos. Una mujer con curvas que se atreve con todo tipo de estilismos. ¡Y acierta a veces!
Rostro. La belleza viene de serie, pero al escoger el maquillaje, le gusta acentuar sus puntos fuertes: pómulos y boca, lo que la hace aún más sexy.
Sus looks. Arriesga, sí. Con vestidos sugerentes o inocentes, de largo o de corto, es una de esas actrices que siempre desprenden glamour.

Fuente: eldiariomontanes.es





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