Naty Abascal está «como loca» porque va a ser abuela

Estamos hablando de la misma persona? Es la pregunta que se hace cualquiera que intente elaborar un retrato robot de Naty Abascal. Porque hay mujeres complejas y polifacéticas, sí, pero esta se sale del molde. Espléndida, pesetera, encantadora, insoportable, sencilla, altiva, cariñosa, despótica… Son algunos de los contradictorios adjetivos que le dedican personas que han tratado con ella. Unos la adoran, otros la temen. Pero, eso sí, todos coinciden en algo: que Naty es todo un carácter, una maestra de la elegancia y una profesional como la copa de un pino, ‘enferma’ de perfeccionismo.

Esta sevillana de 69 años y dicción compleja, que pronto se estrenará como abuela, lleva unos días en boca de todos por un supuesto veto que, según algunos medios, le han impuesto Eugenia Martínez de Irujo y Tita Cervera al negarse a posar con ella en una sesión de fotos para el número de diciembre de ‘Vogue’, a cargo del prestigioso fotógrafo peruano Mario Testino, íntimo amigo de la propia Naty. La secretaria de Abascal, Teresa Sainz de Montagut, lo desmiente. «Mario siempre pensó en retratar a Naty con su hijo Luis y con nadie más».

«Es raro, porque normalmente la que veta es ella. Eso hizo con Carmen Lomana», apunta una persona relacionada con el mundo de la moda que prefiere ocultar su nombre. «Naty Abascal es muy poderosa -advierte-. Manda mucho en ‘¡Hola!’, donde trabaja como estilista. Sus reportajes destilan glamour, tienen sello. Todas las famosas quieren posar bajo su supervisión. Aunque por dentro la quieran matar, porque es bastante tirana, aguantan el tipo. Saben que es la mejor». Dicen que cuando Abascal se pone «la zapatilla plana» y se mete en faena «es una máquina, pero el carácter le pierde». Y explican que a la joven novia de un famoso cantante en su primer ‘shooting’ (sesión de fotos), le soltó a la cara: «¿Pero qué hago yo contigo? ¡Si no tienes estilo ninguno!».

Sus detractores la acusan de diva, de ambiciosa, de pesetera… La retratan como a una especie de Anna Wintour, la temible directora del ‘Vogue’ estadounidense. Pero Teresa, su secretaria, sonríe incrédula. «Yo llevo diez años trabajando con Naty Abascal, por algo será. Es cariñosa y supergenerosa, la que más sabe y la que mejor enseña, una escuela de la que aprendo todos los días». La llamativa ausencia de Naty en los últimos Premios Mango, a los que sí asistieron Isabel Preysler y Kate Moss, levantó sospechas de «enemistad» con la firma catalana. Pero en Mango, donde Abascal ha trabajado durante más de siete años como estilista y embajadora, aseguran que se debió unicamente «a la finalización de su contrato» y que la relación sigue siendo «muy buena».

Nieta de marqués

Natividad Abascal Romero-Toro, nieta de marqués y madre del actual duque de Feria, nació el 2 de abril de 1943 en Sevilla. Es hija de un abogado que puso un negocio de aceitunas y de la primera mujer que abrió una boutique en la capital andaluza. Tiene una hermana gemela, Ana María, a la que cada vez se parece menos por culpa o gracias a la cirugía estética. Ha sido modelo de alta costura, hizo un papel en ‘Bananas’ de Woody Allen, fue esposa de un escocés antes de casarse con el malogrado duque de Feria, padre de sus dos hijos, ha posado para Dalí y se ha desnudado en la revista ‘Playboy’. Ha vivido en Nueva York, es íntima de Valentino (en cuyo yate navega) y de Oscar de la Renta (un segundo padre para sus hijos), y casi siempre encabeza la lista de la elegancia.

Naty sufrió lo indecible cuando a su exmarido lo condenaron por corrupción de menores y tráfico de drogas. Sus hijos eran entonces adolescentes y ella se los llevó fuera de España. «Ha luchado como una leona», apunta Cari Lapique, para quien Naty es «estupenda como amiga. Le pides un favor y se vuelca», además de «una madraza que ahora está como loca con la llegada de su primer nieto. Y deseando que sea niña. Va a ser una abuela muy cariñosa».

Para el recuerdo queda aquella aparición de Abascal ante la prensa con claros signos de intoxicación etílica. «Fue raro, porque solo se tomó una copa -recuerdan los allí presentes-. Llegamos a pensar que el alcohol le hizo ese efecto quizá por culpa de algún medicamento». «Naty apenas bebe», afirma Lapique. «Una vez la sacaron dando traspiés, pero no por el alcohol. Iba matándose por culpa de los tacones».

Fuente: eldiariomontanes.es





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