Nerea Camacho, la entonces niña que ganó un Goya con ‘Camino’

Llegó al cine por la puerta grande. A los 12 años, sin haber pisado un plató, protagonizó ‘Camino’ y se llevó el Goya a la mejor actriz revelación. Dicen que el director, Javier Fesser, quedó impresionado con su talento: afirmaba que, sin Nerea, habría sido incapaz de hacer la película.

Pero Nerea estaba empeñada en hacer cine desde mucho antes de conocerle. Su madre le escuchó aquello de “mamá, quiero ser actriz” en cuanto aprendió a hablar. No la tomaron en serio: “Pensamos que mañana querría ser piloto u otra cosa”, comenta su madre mientras maquillan a su hija, pero ella persisistió. Y, a los ocho años, la llevaron a una escuela de interpretación. No admitían a menores de 18, pero Nerea logró que le hicieran una prueba. La admitieron. Y no solo eso. Hoy, tiene un parque y una calle con su nombre en su pueblo de 3.000 habitantes, Balanegra (Almería).

Un taquillazo

Su madre la apuntó a una agencia. Pensaba que quizá la llamarían para un anuncio, pero nada más; y, cuando la vio actuar por primera vez, se quedó perpleja. “Y esta niña, ¿de dónde ha sacado esto?”, se preguntaba. Ahora, Nerea está promocionando ‘Tengo ganas de ti’ (en cartelera), la segunda parte de la taquillera ‘Tres metros sobre el cielo’. Vuelve a interpretar a Daniela, la hermana de Babi (María Valverde). En la entrevista deja claro que sus 16 años no son los de cualquiera. Se deja maquillar y peinar con paciencia, y habla y posa con las tablas de una veterana. Solo se le escapa la niña que aún es cuando se ve con un espectacular vestido: “¡Mamá, hazme una foto con el móvil!”.

Mujer hoy. ¿Cómo describiría su personaje, Daniela?
Nerea Camacho. Es una chica alocada, alegre, que quiere seguir los pasos de su hermana. Se parece a la relación que tengo con mi hermana mayor: estamos muy unidas, como Babi y Daniela. Babi es tranquila, como mi hermana, y yo soy puro nervio, como Dani.

¿Qué se encontrará el espectador en esta segunda parte de ‘Tres metros sobre el cielo’?
Se va a sorprender. Todos los personajes viven nuevas experiencias. Dani, tiene bastante más protagonismo. Evoluciona e intenta tomar decisiones un poco complicadas para su edad… aunque no siempre elige las más acertadas.

En su día a día también tiene que tomar decisiones importantes, aunque es muy joven…
Sí, a la hora de elegir guiones, por ejemplo. Me aconsejan mi representante y mis padres, pero yo también digo lo que pienso. Siempre intento escoger papeles que sean de mi edad, divertidos, con los que sé que voy a disfrutar. Aunque tengan menos protagonismo. Pero también tengo que pensar qué personajes son más importantes para mí.

Después de la tremenda ‘Camino’, encarnó a la vital Elena de ‘Héroes’. Ahora hace de niña “bien”. ¿Cómo lleva estos cambios de registro?
‘Camino’ era un papel duro, pero hacerlo fue divertido. Lo bueno de la interpretación es que podemos meternos en la piel de personajes distintos. Los papeles difíciles están muy bien porque es cuando más puedes demostrar.

Ha conocido a mucha gente del mundo del cine, pero ha conectado especialmente bien con María Valverde.
Sí, la quiero un montón. Nos llevamos casi 10 años, pero ella es muy niña, tiene un espíritu muy juguetón. En muchos rodajes soy la más pequeña y creo que eso te hace madurar. Pasas muchas horas con gente mayor y, claro, asistes a conversaciones distintas a las que puedo tener yo con mis amigas. Está bien. A veces necesitas algo de diversión con gente de tu edad, pero eso ya lo tengo cuando vuelvo a Balanegra.

Mario Casas, Hache en ‘Tengo ganas de ti’, es el ídolo de muchas chicas de su edad. ¿Se olvidan las mitomanías en las distancias cortas?
Sí y no. Para mí Mario es muy guapo… pero también es bueno y simpático. Yo no lo veo desde el mismo punto de vista que los de fuera. Es un amigo, un compañero. En el rodaje de ‘La chispa de la vida’ sí fue un poco chocante trabajar con Salma Hayek, que es una de mis actrices favoritas.

Cuando se acaban los rodajes y vuelve al instituto, ¿le resulta fácil adaptarse de nuevo a la rutina?
Sigo teniendo los mismos amigos que antes de empezar en esto y, para mí, todo sigue igual. No me cuesta desconectar. Cuando estoy trabajando disfruto al máximo y al llegar a mi pueblo, igual.

¿Cómo sabía que lo suyo era actuar?
Soy muy cabezota: cuando quiero algo, hasta que lo consigo no paro. Y tenía muy claro que quería ser actriz. No sabía si valía, tenía ese miedo. Pero tenía que intentarlo.

¿Y qué tal los estudios?
Bien… No tengo notazas. Prefiero estudiar un guión a resolver problemas de matemáticas, las llevo regular. Pero es importante y no lo quiero dejar. Si no me va bien en esto, me gustaría estudiar maquillaje de caracterización. Así seguiré en este ambiente, que me encanta.

¿Ha empezado ya a practicar con el maquillaje?
Me gusta, pero no para todos los días. Lo de maquillarme a lo bestia no va conmigo, aunque muchas chicas de mi edad lo hacen. Lo veo en el aseo del instituto. No me gusta ir de persona mayor, tampoco con la ropa. Además, no me dejarían [risas]. Cuando salgo de casa, ya tengo un Whatsapp de mi padre diciéndome que no llegue tarde. No le parece mal que salga (se fía de mí; del grupo, soy la que controla a todas), pero creo que le da pena ver que estoy creciendo.

¿Es usted coqueta?
Sí, muy coqueta. En ‘Camino’, tenía que salir sin pelo y el director me dijo que decidiera si me rapaba o no. Y pensaba decir que no, pero mi padre me dijo que para lograr lo que quieres hay que luchar, que nadie te regala nada… y dije que sí. Luego no resultó tan chocante… en el rodaje, porque recuerdo que, en el metro, la gente me cedía el asiento. Pensaban que tenía cáncer.

A los 16 años, ¿ya hay que empezar a cuidarse?
Un poco. Procuro desmaquillarme, tengo mi hidratante, una exfoliante… Cosas básicas. Nunca he hecho dieta. Siempre he sido delgada y ahora que estoy algo más gordita me veo mejor. Prefiero las curvas. Y no creo en las dietas, creo que hay que comer de todo.

¿Cree que la belleza es importante en su profesión?
No. Me da mucha rabia cuando me dicen: “Normal que seas actriz, es que eres muy guapa”. Yo creo que puedes no tener un físico perfecto y ser un pedazo de actriz. En una película se necesitan personas de todo tipo. Otra cosa es que sea importante cuidar la imagen porque te expones a mucha gente. Y hay un tipo de belleza interior, más atractiva que la física. Hay personas que, sin ser agraciadas, cuando las conoces te parecen guapísimas, porque lo son por dentro.

¿Su sueño?
Hollywood, aunque sé que es difícil. Estoy estudiando inglés, eso es lo primero. Luego, ya veremos. Todo lo que me propongo intento conseguirlo. Así que lo intentaré.

EL FENÓMENO MOCIA

La novela ‘Tengo ganas de ti’, en la que se basa la película del mismo nombre, desató un fenómeno en varias ciudades europeas. Miles de parejas llenaron puentes, farolas y barandillas de candados que simbolizaban su amor. Emulaban a Gin (encarnada por Clara Lago) y a Hache (Mario Casas), que enganchaban un candado a la tercera farola del puente Milvio, en Roma, y tiraban la llave al agua como señal de que su amor sería eterno. Los románticos de Roma, Florencia, Londres, Madrid, Barcelona, Sevilla, Moscú, París… les imitaron. Y algunos ayuntamientos tomaron medidas. En Roma, el consistorio colocó 24 columnas en el Milvio para los candados… Pero la pasión desbordó el puente y, en diciembre, el presidente del municipio decidió retirarlos todos, porque el peso del hierro hacía peligrar la estabilidad de las farolas. En otros lugares como el parisino Puente de las Artes o el sevillano Puente de Triana, optaron por lo mismo. Federico Moccia, el autor de la saga literaria, declaró entonces que no entendía la decisión: “El Milvio no tenía atractivo y los candados le han dado color”.

Fuente: mujerhoy.com





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