El lugar olía a lana y alcanfor. Apenas se escuchaba un ruido cuando se cerraba la pesada puerta que daba paso al lúgubre mundo de Anderson & Sheppard: paredes de madera repujada, mármoles en chimeneas victorianas, enormes probadores resguardados de miradas indiscretas y estanterías abarrotadas de telas y archivadores-museo, donde se guardaban recibos firmados por Fred Astaire, Marlene Dietrich, Cary Grant, Charles Chaplin o Duke Ellington.

Las numerosas facturas de la casa real inglesa –sobre todo del príncipe de Gales– se conservaban en una carpeta aparte. Anda, que solo tenía seis años, avanzó aferrada a la mano de su padre por las estancias de ese santuario de la moda masculina más tradicional y elitista, un nuevo negocio del imperio familiar. “Daba mucho miedo. Un niño podía sentir que no era bienvenido allí”, recuerda hoy Anda con un gesto incómodo.

Fuente: eldiariomontanes.es





Etiquetas: , , ,

Comments are closed.